ÁNGEL
Ángel es un escritor de novelas policíacas que ha empezado a escribir guiones de cine, porque su ex mujer, Susana, es directora, y claro, eso ayuda a que esos guiones vean la luz. Aunque tenga que aguantar que ella quiera cambiar alguna escena o meter más acción.
Esta noche da una cena en su casa para presentarle su nuevo proyecto a Diego Peretti, un actor de éxito, que quieren que sea el protagonista de la película y, además, su socio en la producción.
En el personaje de Ángel podemos ver el ego del escritor. Durante la cena, lo único que pregunta una y otra vez es si a Diego le ha gustado su guion, aunque en el fondo le da igual, porque no piensa cambiarlo por las ideas que le de un actor. Él solo quiere que le alaben los diálogos, la trama, el desenlace, que alguien le diga que es un genio, que su obra le ha cambiado la vida. Halagos, no opiniones reales, eso es lo que busca.
Su ego puede verse también cuando habla de todo lo que ha conseguido, aunque la enorme casa donde vive y el dinero que se gasta, se debe a la herencia de su mujer, Isabel. Sin embargo, aunque ella es actriz, ni se plantea incluirla en su película, porque siempre vende más alguien más joven y con más nombre (o más tetas). Ni siquiera piensa en el daño que puede hacerle a su mujer oír eso de su pareja. Ni en las consecuencias que puede acarrear, claro.
Solo hacia el final puede parecer que sale de su egocentrismo para ponerse del lado de Isabel, ayudándola con el lío en el que está metida, pero es solo apariencia. Ni una vez duda de su culpabilidad, no llega jamás a preguntarle su versión, porque para él, ella es solo una pieza más del atrezzo que le rodea. De nuevo, lo primero en lo que piensa es en sí mismo y en los problemas que puede tener si acusan a su mujer de asesinato. Perdería su nivel económico, su estatus y su relación con ella le daría una fama demasiado negativa para sus propósitos.
Entonces decide actuar y solucionarlo todo. En su cabeza, él va a convertirse en el héroe que salve toda la situación, al que todos tengan que aplaudir por su inteligencia. En realidad, también se divierte llevando la trama de una de sus novelas a la vida real, pensando que son tan buenas, que nadie podría pillarle.
Es difícil llegar a estos extremos antes de que la fama te sobrepase, pero lo cierto es que todos los escritores tenemos nuestra parcelita de ego. Es esa parte de la cabeza que hace que no quieras escuchar las críticas, aunque sean constructivas, que se niega a mover una coma o un tiempo verbal cuando te lo dice un corrector, que cree que sabe más que las editoriales, que abofetearía a quien te dice que rehagas un final.
Sirva esta entrada para asumir que somos humanos y que nada es perfecto. Siempre podemos aprender y mejorar un poquito más, hasta los mejores. Y eso es bueno para nosotros, así que vamos a leer a mogollón de autores distintos para ver diferentes formas de escribir, vamos a ir a cursos de escritura para que nos den pautas que podamos utilizar (lo hagamos o no), vamos a escuchar atentamente a quien nos lee para tener claros nuestros puntos fuertes y trabajar en lo que pueda ser más coherente o tener más brillos. Y vamos a calmar la voz de nuestro ego, diciéndole que todo esto es la manera de caminar hacia ser realmente buenos, eso sí, si perder nuestra esencia.
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