Mis historias malditas

Nos conocimos en un parque hace ya veinticinco años. Que si tú tocabas el tambor, que si yo iba para monja... No sé cómo hemos llegado tan lejos siendo tan idiotas. Luego vinieron los veranos, pintar paredes, Godzilla, los conciertos, el pan con mantequilla y azúcar, los disfraces, las tardes en el Farmacia, los caminos a seguir que brillan bajo la luna (si sabes cómo mirar o con qué), todas tus casas, todas las historias... Tanto tiempo después yo sigo siendo un agujero negro con cascabeles, pero creo que tú ya no quieres ser una seta cósmica. Lo que está claro es que nunca dejaré de inventar días margarita, si a cambio puedo ver esa sonrisa tuya.  

  Ayer fue el día del padre y pensé que podría estar bien escribir una entrada sobre el libro preferido del mío ("El amor en tiempos del cólera"). O hablar sobre alguna película que hubiéramos visto juntos y me marcara de alguna manera. Pero no caía en cuál podría ser. Así que me puse a buscar en Google "películas de padres" y la decisión estuvo clara. Big fish trata sobre un hijo y los recuerdos que tiene de su padre, que está a punto de morir. William cree que todas las historias que su progenitor le ha contado sobre su vida son mentira, porque tiene la costumbre de contar anécdotas rocambolescas sobre gigantes, circos, mellizas, narcisos o peces monstruosos, como si fueran reales. Y resulta que a todo el mundo le encanta escucharlas, menos a él. A William le gustaría que, por una vez, su padre le contase algo que fuera verdad, saber algo de su pasado. En este viaje por el presente y los recuerdos, descubriremos junto a William que, algunas veces, la realidad es l

  —Los de mi generación teníamos más paciencia —me dijo el hombre girando la silla hacia mí— ¿Tú estás casada o soltera? —Divorciada. —Perdona la pregunta, pero lo mismo da —prosiguió él— Las parejas de antes hacíamos por aguantar. Mis hijos están todos separados, ahora es lo normal. Pero antes solucionábamos nuestros problemas en la cama. Sí, hija, esa es la verdad. Y, cuando ya éramos mayores, con sopas de ajo. Nos sentábamos a comer unas buenas sopas de ajo y a recordar el pasado. Y se arreglaba todo.

  Estos días he estado buscando una canción que pusiera música a Mérida. Empecé repasando la discografía de Extremoduro y de Sínkope, pero no eran lo que estaba buscando. Entonces me acordé de ella. Bebe es extremeña de adopción y una de mis cantantes favoritas. Y entiendo que es otra de esas cantantes que te gusta mucho o no te gusta nada. Me han dicho mucha veces que es que no canta, que solo habla con música... Pues mira, cante o hable, a mí me llega. Cuando Bebe irrumpió en el panorama musical con "Ella" y "Malo", pudimos ver la fuerza de su voz, curtida como la piel de los personajes que ha interpretado después. Pasó tiempo hasta que volvimos a oírla en un disco. Y fue entonces cuando entendí que es una de esas poetisas que escribe letras que resuenan con mi forma de sentir. (De hecho, hay quien me dice que la música de Bebe le recuerda mucho a mí) "Y" llegó en un momento difícil y "Busco-me" se convirtió en mi banda sonora durante mucho tie