Mis historias malditas

  Caperucita aún es pequeña para saber lo que quiere, así que, cuando su madre le manda ir a casa de su abuelita, ella se enfunda la capucha roja, coge la cesta con comida que está preparada en la mesa de la cocina y sale al bosque. Todos creen que ya tiene edad suficiente para cumplir el encargo, que es suficientemente mayor para elegir el camino adecuado, suficientemente adulta para saber qué hacer si se encuentra con un lobo. Ella no había tenido que pensarlo hasta hoy. Pero esa tarde, tras un recodo, se encontró al animal en el medio de una bifurcación. Los dos han permanecido unos minutos mirándose en silencio, los ojos color ámbar clavándose en los de la niña, el olor a carne fresca inundando el hocico de la bestia. Luego el lobo ha dado media vuelta y ha comenzado a alejarse despacio por uno de los caminos. Caperucita observaba los pasos lentos del lobo, planteándose por cuál de los dos caminos llegaría antes a casa de su abuela.  Al final escogió el de la derecha y comenzó a av

  Pensando en ficciones con escritores como protagonistas, no sé cómo no he recordado antes "Californication" Hank Moody es un novelista que triunfó con su novela "Dios nos odia a todos", y se mudó con su familia a Los Ángeles para que la adaptaran al cine. Allí se dejó llevar por una espiral de sexo, drogas, alcohol y más sexo. Eso le hizo perder a su mujer, Karen, y a su hija, Becca, y también a su musa, que desapareció cuando la película resultó ser un éxito de taquilla, que poco tenía que ver con su libro. Su mejor amigo y editor, Charlie Runkle, no para de intentar que entregue su siguiente manuscrito, pero él parece más interesado en recuperar al amor de su vida, sin desaprovechar ninguna de las oportunidades que se le plantean por el camino. La personalidad de Hank, interpretado por David Duchovni, atrapa a la gente que llega a su vida, sobre todo a las mujeres y todos, sin excepción, le aman o le odian intensamente. No hay grises. Y tampoco los hay para el e

  Todo comienza con una mirada.  Ana y Zeno se miran y empieza su historia de amor.  Ana y Zeno, A y Z, principio y fin... Sus iniciales ya auguran que será un amor eterno, como solo pueden serlo los amores platónicos. O los que están empezando.  Jordi Lafebre escribe este magnífico cómic, en el que cada capítulo cuenta un momento diferente de la vida de los protagonistas, que al mismo tiempo hace que todo converja en esa mirada. Las páginas están llenas de personajes que conforman la vida de los dos enamorados: hijas, maridos, amantes, viudas, ayudantes, compañeros... Y puedo decir que me he enamorado de todos y cada uno de ellos. Lafebre también los dibuja de forma magistral. Las líneas simples y las gamas bastante monocromáticas enfatizan su punto fuerte: los gestos, y hacen que sintamos perfectamente lo que sienten los personajes y disfrutemos la historia plenamente. Perfecto para calentar corazoncitos. ¡Ay, Ana y Zeno! Zeno y Ana, Z y A, fin y principio... ¿Y qué pasaría si lo vem

  Una vez me dijiste que era como un trozo de cristal en la arena de la playa. Te atrajo el brillo que me hacía diferente pero, al final del día, no me llevaste a casa. Preferiste las conchas para adornar tu estantería y me dejaste justo donde me habías encontrado. Ahora que el tarro con recuerdos de aquel verano descansa en una caja en tu garaje, te gustaría encontrarme de nuevo. Es lo peligroso del cristal, me han dicho que deja cicatrices.