Mis historias malditas

Neil Gaiman es mi escritor favorito. Tenía unos dieciocho años cuando el chico con el que estaba saliendo me pidió El velatorio por su cumpleaños. Así que fui por primera vez a una tienda de comics y lo compré. Mi padre y yo nos lo leímos antes de envolverlo para regalo y me gustó tanto, tanto, que me compré la serie de Sandman , sin importarme haber empezado por el final. A partir de ahí empecé a leer más comics suyos, novelas, libros de relatos... y me di cuenta de que me engancha cómo escribe, que consigue transportarme a su universo y a lo que sienten sus personajes, que cuenta las cosas de una forma que me toca por dentro. Que me leo sus libros como leía los cuentos de pequeña, con ganas de tener universos en las entrañas que plasmar en un papel. Con los años he estado ligada a sus obras. Sus personajes han inspirado dibujos, disfraces, partes de una obra de danza-teatro e incluso unos trabajos para la asignatura de RET (Relaciones en el entorno de trabajo

Esta semana una amiga me dijo que La princesa prometida volvía a los cines por unos días. Yo difundí la noticia y busqué con quien ir. Es una de mis películas preferidas de la infancia. Supongo que hay muchos a los que nos gustaba verla cada navidad. Pero verla en pantalla grande... ¡No podía perdérmela! El storyline de la película es grandioso: "A ella la secuestran. Él muere. Pero todo termina bien" Una historia de amor, pero con espadachines, con piratas, con milagros de resurrección, con roedores gigantes y gigantes de verdad. No baja el ritmo, cambia por momentos, te sorprende y te mantiene enganchada de principio a fin. Volviendo a casa del cine me enteré de que la historia es un libro de William Goldman (Sí, lo sé, podía haberlo sabido, pero no) Así que ya tengo un libro nuevo que adquirir y leer. Tengo muchísimas ganas. (Aunque también tengo una montaña enorme de libros pendientes, pero este se saltará algunos puestos) He de confesar qu

Cuenta la leyenda que en la iglesia de San Cebrián, en la cripta excavada bajo sus cimientos, el diablo impartía clases de magia negra y hechicería a siete alumnos que estuvieran más interesados en estudiar con él que con los decanos de la vecina Universidad de Salamanca. Les daba clase durante siete años, tras los cuales, uno de ellos debía quedarse como sirviente suyo para toda la eternidad.  Ese uno sería inmortal, pero pasaría sus inagotables días como esclavo de Satanás. No era para tomarlo a broma, aunque estaba la posibilidad de ser uno de los otros seis y salir de allí libre e imbuido de sabiduría arcana... Demasiado tentador para algunos.  Entre los que probaron suerte se haya Enrique de Aragón, el Marqués de Villena, que fue elegido para quedarse por ser el más aventajado tras los siete años de enseñanzas, y que logró engañar al demonio, dejando solo su sombra en la cueva. Por su negra reputación, Isabel la católica mandó tapiar la entrada y, tras la destruc

Tengo que aprender a volar. Tengo que aprender a subir y a bajar. Tengo que aprender a ser bipolar. Tengo que ser. Tengo que ser consciente de ser un pájaro. Consciente de mis bultos, de mis dolores, de mis dientes apretados, de mi incomprensible locura. Tengo que ser consciente. Consciente de que no me conozco, de que no me respeto, de que no controlo nada. De lo que me gustaría ser y de que eso debería dejar de gustarme para gustarme yo. De que soy un altibajo emocional, conmigo y contigo. De que te empujo cuesta abajo en mi huida descontrolada a ningún sitio, cuando deberíamos estar parados en tu tranquila estación, donde las vigas no se caen día tras día como en mi cabeza. Tengo que aprender a saltar desde el tejado pensando que puedo volar.