SEMILLA
Es la una del mediodía. Busco entre las bolsas el manojo de zanahorias y separo una con cuidado. La lavo bajo un chorro de agua fría. Le quito los extremos, la pelo y la coloco entera en la cazuela grande, junto con el resto de carne y verduras. Solo me faltaba eso, así que cubro todo con agua y lo pongo a cocer después de cerrar la tapa. Cuando voy a tirar los restos me fijo en uno de los trozos de zanahoria. De él salen unos pequeños tallos con hojas verdes, bien firmes. Lo sujeto entre mis dedos recordando las clases de botánica y salgo a la terraza. Hago un pequeño agujero con las manos en la tierra de una de las macetas y entierro en él el pedacito naranja, dejando que las hojas se mantengan en el exterior. Lo riego y me siento en el suelo a mirarlo. Ha empezado a hacer calor. La luz del sol me hace entrecerrar los ojos mientras pienso, distraída. Nacerá una zanahoria de un pequeño trozo de la anterior. Surgirá una nueva planta que contendrá parte de otra. Y esa parte, a su vez, l