Mis historias malditas

A ver, a ver, que tengo el cine un poquito abandonado últimamente. Así que vamos a darle un arreón con un film tag para volver con unas cuantas de golpe. Hoy me he dicho: "Me siento de cine". Y entonces he pensado: ¿Y cómo es eso exactamente? Porque anda que el cine no retrata estados de ánimo... Vamos, que da igual como os sintáis hoy, seguro que hay una película que puede potenciarlo. Os dejo con algunas que lo consiguen conmigo, ya me contaréis si coincidimos. FELIZ - AMELIE No sé si serán los colores de la fotografía, la visión de Jean-Pierre Jeunet o la sonrisa de Audrey TauTou, pero esta película es de lo más cuqui que he visto forever. El positivismo de la prota se me sale de la pantalla y hace que el día brille más y que todo sea posible... TRISTE - MI VIDA SIN MÍ Con la premisa está todo dicho: a Ann, una limpiadora de veintitrés años, casada y con dos hijos pequeños, le acaban de diagnosticar un tumor cerebral y le dan dos meses de vida. ¿Cómo se vive la vida a par

 Fatum:      1. m. En la tradición clásica, fuerza desconocida que obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos.        2. m. Encadenamiento fatal de sucesos. Todo comenzó con un un pájaro muerto sobre la acera y un niño preguntando sobre la muerte. Eso desencadenó una sucesión de respuestas y nuevas preguntas, que desembocaron en obras de arte, que intentan hacernos pensar en lo efímero de la vida y en lo que puede haber más allá. Eloise Noir es una poliartista a la que le encanta tocar todos los palos. La conocí como bailarina y actriz de teatro pero, además de haber compartido con ella escenarios en ambos campos, también es una de las coautoras de "Revelaciones", presentadora, encuadernadora artística... Ella siempre se ha sentido atraída por la muerte y la oscuridad, y lleva años plasmándolo sobre papeles y lienzos.  Ahora, sus hados la han llevado a participar en diversas acciones artísticas junta a la Asociación Garrido Contigo, hasta llegar a expo

Esta semana he descubierto un lugar mágico. En la C/Ruíz de Salazar 18, en León, se encuentra la librería mutante Tula Varona, un sitio pequeñito pero con tanto encanto que apetece quedarse a vivir dentro, como en un cuento. Berta Fernández ama los libros, y eso se transmite en cada rincón del local, en sus sofás de terciopelo rosa, su terraza de madera, sus búcaros de flores… y, por supuesto, en sus estanterías, que guardan los secretos de tantas mentes brillantes de la humanidad, contenidos en las ya leídas páginas de tantas obras de segunda mano. Verdaderas joyas en las que perderse y disfrutar. Es mutante porque allí te puedes bajar del mundo un ratito para leer, mientras te tomas un té con una pastita (u otras cosas) y escucha una buena selección musical, no se puede pedir más. Y aún así, lo hay. Tanto Berta Fernández como Eduardo Fidalgo son de esas personas encantadoras que te hacen querer volver y mantener alguna conversación interesante con ellos. Así que, ya lo sabéis, si viv

  Me presentaron a Isabel Robledo como "la artista". Y es cierto, es de esas personas a las que, según ves, ya les notas que tienen el duende dentro. Ella diría que lo que se ve a simple vista es que está loca. Locas y artistas las dos. Ahora anda haciendo, entre otras cosas, joyería de porcelana preciosisísima. Si estáis en Salamanca estos días, podéis verla en un puesto en el Mercado del siglo de oro. No os la perdáis, porque merece la pena. Seguro que, como poco, encontráis un par de cosas que os encantaría poneros. Palabra de loca.

El camino se dibuja ante mí repleto de posibilidades infinitas. Llevo mucho tiempo recorriéndolo. Cuando mis pies aún no sabían afianzarse al suelo, mis rodillas gateaban sobre una mullida moqueta rosa y después sobre madera. Tierra, azulejos, adoquines, han sido materias habituales bajo mis pies. Pero también he caminado varias veces sobre la cuerda floja, sobre brasas ardiendo e incluso sobre el agua. Una vez encontré el camino de baldosas amarillas que brillaban bajo la luz de la luna de una noche de verano, pero elegí otra bifurcación antes de llegar a Oz. Para cada elección un destino. Tantos como pensamientos, como días en mi vida. Aunque ya no me sorprende que destino no sea sinónimo de meta. Ya no camino para llegar a ningún sitio, no tengo prisa, intento disfrutar del paisaje. Ahora sonrío cuando descubro que el sendero ha dado una vuelta y me ha conducido hasta algún rincón que mi memoria conoce, y también cuando me ofrece hermosos parajes que terminaré dejando atrás al conti