Mis historias malditas

No esperaba verte hoy. Llevabas mucho sin venir. Ten cuidado, no vayas a resbalarte con la sangre del suelo. Hace tiempo que debería haberla limpiado, pero... Ocurrió tan de repente. Ni siquiera sé si es tuya o mía. Hubo tantos golpes... Pero pasa. Siéntate mientras me seco el pelo. No hay nada en la nevera, pero puedo poner música para remediarlo. ¿Recuerdas La vie en rose ? Puedo acordarme del gris de la ciudad, de la ventana de la casa que daba al jardín, pero si pienso en lo que sentía entonces, solo veo cristales rotos. Debería dejar de hablar y preguntarte por ti. ¿Qué tal te ha ido todo? ¿Dónde te llevó la vida? Me dijeron que la chica con la que estabas también se fue, que desapareció sin más.  No creas que me alegro, son las tripas, que a veces tienen sentimientos propios. No prestes mucha atención a los arañazos de las paredes, siempre fui impulsiva. Eso fue lo que me ató a tu espalda. O quizá fuiste tú el que lo hizo. Y luego destrozaste todo.

En la entrada anterior hablaba de mitología, de los dioses primigenios que crearon el mundo y sirven para explicar su funcionamiento, de aquellos seres todopoderosos a los que alzas tus plegarias en la noche. Pero hay algo que no dije: mi familia está formada por dioses. Empecé este blog diciendo que pertenezco a una saga de contadores de historias, así que podéis imaginar que mi infancia transcurrió rodeada de cuentos. Recuerdo estar sentada en las rodillas de mi abuelo mientras él me leía Amanecer , recuerdo a una de mis abuelas cantando coplas en la cocina y a otra recitando poesías (porque dice que nunca se le dio bien cantar), recuerdo a mi madre inventando personajes que velaran mis sueños y a mi padre enseñándome el placer de leer. Él intentó obligarme a leer los clásicos (todavía hoy lo hace) igual que me da información sobre el mundo cuando yo hago como Mafalda y me bajo de él. Uno de los recuerdos más vívidos que tengo de niña es estar sentada con la familia alr

Hace un mes me regalaron un libro chachi. Habían ido a comprarme el cd de Billie Eilish y, en una de las mesas de la librería, se encontraron con él. La premisa es parecida a "Las chicas son guerreras", con un texto cortito y dibujos, solo que en lugar de mujeres científicas o exploradoras, habla de diosas. Y pensaron que no podía haber un libro que fuera más yo. Y cómo me alegro de ello, porque me encanta. Andyn hace unos dibujos preciosos en blanco, negro y dorado, que solo con ellos ya es deleite. Y además habla de mitologías de todo el mundo, que eso ya me toca el corazoncito. Y la curiosidad. Me encanta leer mitología y escribir sobre ella. Conozco bastantes mitos españoles, griegos, egipcios, celtas, japoneses... pero me queda tanto por conocer. Me ha encantado descubrir diosas de los mexicans o los mayas, de hawai o yorubas. También ver reflejadas sobre el papel a otras que pocos conocen, como Sarasvati, Isthar o mi adorada Maman Brigitte. Incluso me ha sorpr

Apareció entre la gente, silenciosa y altiva, y a su paso removió el aire que había entre nosotros. Nos miró desafiante, con aquellos enormes ojos verde claro que parecían contener toda la sabiduría de su raza. Cuando sonó la trompeta los cerró, sonrió ligeramente de medio lado y empezó a bailar. El ambiente se llenó con los retazos de colores de su falda y con el olor a especias que traía prendido en el pelo. Con cada giro y cada salto el golpear de las monedas que llevaba atadas a la cadera se unía al ritmo frenético de los violines, y cada ondulación imposible de su cuerpo atraía mi atención como si estuviese hipnotizada. Contemplaba su boca entreabierta, su pecho que oscilaba por la agitada respiración, intentando absorber su esencia. Se detuvo justo delante de mí y me miró mientras sonaban los últimos acordes de la música. Pude sentir entonces lo que significaba aquella mirada: que acabábamos de contemplar su alma desnuda y que, al mismo tiempo, nunca nos most