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Mostrando entradas de enero, 2020

RECETAS DE PELÍCULA

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Siempre me ha gustado cocinar. Preparaba rosquillas con mi madre desde bien pequeña, y recuerdo la vida alrededor de la cocina que hacían las mujeres en la casa del pueblo y el enorme perol de limonada del comedor en Semana Santa. Recuerdo las texturas y los olores, y lo bien que me lo pasaba metiendo las manos en una masa. Mi padre recuerda más cuando me autoinvité a casa de una vecina y le dejé la cocina como un campo de batalla en un fallido intento de hacer una pizza. También me ha gustado siempre comer. Y probar cosas. Así que también era jovencita cuando empecé a trastear con recetas de la gastronomía italiana, francesa, portuguesa, rusa... Mis padres tuvieron que aguantar muchos sábados de experimentos, que no siempre salieron bien. Aunque creo que la peor parte se la llevó mi chico de aquella época, que tuvo que comerse un pesto con tanto ajo que podría haber acabado con todos los vampiros de la ciudad. Mi primer blog fue de cocina. Era un diario que mi pareja y

AÑO NUEVO CHINO

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Mañana se celebra el Año Nuevo chino. Cuenta la leyenda que el Emperador de Jade, señor del cielo, organizó una carrera para ver cuáles de los animales de su reino eran los más rápidos. Situó la meta a la orilla de un enorme estanque y se sentó a esperar. Después de un largo tiempo, el emperador vio al buey avanzar pesadamente por las aguas. En su lomo llevaba a la rata y al gato, que no eran muy buenos nadadores. Cuando estaban cerca de la orilla, la rata empujó al felino al agua y saltó de su montura para conseguir el primer puesto.  El buey mantuvo el paso tranquilo y llegó en segundo lugar. Tras él, un enorme tigre consiguió vencer al estanque y se sacudió mojando a todos los presentes tras conseguir el tercer puesto. El conejo no sabía nadar, pero saltaba mejor que nadie, y pensó que alcanzaría la orilla de un gran brinco. Así que cogió carrerilla y se propulsó lo más lejos que pudo. El dragón llegaba volando en aquel momento y se dio cuenta de que el pobre co

EJERCICIO DE TERROR

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El primero de los ejercicios que propone R.L. Stine en su curso de escritura para público adolescente, es encontrar cinco momentos en los que hayas sentido verdadero terror. Luego deben escribirse  y valorarse qué tienen en común, qué sentimos... Quien conozca mis historias, puede que crea que en uno de los primeros puestos estaría estar en mitad del Pacífico durante una tormenta tropical en un bote de cola larga, de esos de madera pequeñitos que se ven en las postales, o cuando casi me muero, pero no. Me he dado cuenta de que los momentos en los que he sentido verdadero terror son, básicamente, sustos. Y además sustos sin una base real, es decir, fantasmales. Creo que he contado esta historia millones de veces, pero nunca la había puesto por escrito hasta ahora: Estábamos grabando un corto en un antiguo convento, que también había sido un centro psiquiátrico y que había cedido una de las alas a artistas noveles como lugar de ensayo o de rodaje.       El primer día,

BUENA CONDUCTA

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Estoy loca por las series. Veo muchas más que películas, sobre todo por la duración y el tiempo que tengo. Pero últimamente hay tantas que, o me engancha con los dos primeros capítulos o no le daré ni una oportunidad. Y con esto no quiero decir que solo vea series buenas, que va. Veo todo lo que me gusta, y ahí entran cosas buenas o malas (estas últimas suelen aparecer en mi vida por los medios más insospechados. Good behavior o Buena conducta no es de las mejores, pero me dejó con esa cosa de querer conocer la historia. Es la adaptación de una serie de novelas de Blake Crouch sobre la timadora exconvicta, alcohólica, y drogadicta Letty Raines y lo que le sucede cuando se cruza en la vida de Javier Pereira, un asesino a sueldo. La pareja formada por Michelle Dockery y Juan Diego Botto funciona muy bien en la pantalla y su  tensión sexual se transmite en cada plano. La atracción que siente cada personaje por el otro les hará formar un vínculo inquebrantable y avanzar

VALKIRIAS

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Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión... Las azafatas pasaban ofreciendo bebidas, la chica rubia que había en el asiento de al lado se había dormido con la cabeza inclinada hacia ella y pudo oler el sudor en su pelo. Aspiró y no pudo evitar compararlo con su propio sudor. Estaba casi segura de que no la había visto antes, pero allí abajo eran demasiadas. Miró a todas las demás mujeres de la cabina y luego dirigió la vista hacia la ventanilla. Las nubes bajo ellas le hicieron pensar en el mar helado del norte y se preguntó cómo habrían llegado al Valhalla antes de que hubiese aviones.