Mis historias malditas

Su trabajo solo era un trabajo más. No era lo que quería ser en la vida, pero era lo que le daba de comer. Ya habría tiempo de buscar algo mejor cuando acabara los estudios, si algún día llegaba a acabarlos... Decidió quitarse esos pensamientos de encima y se apoyó en la barra ahora que casi no tenía clientes. La verdad es que el sitio era precioso. Ver la catedral de fondo todo el día no es algo que tengas en cualquier trabajo, pero, pasados los primeros días, pasa a ser simplemente un fondo, como cualquier póster de los de “Sigue aguantando” con el gatito colgado. Ahora se fijaba mucho más en la gente que pasaba. La chica del peto y la mochila roja que cogía de la cintura a la rubia de los pantalones cortos para besarla apasionadamente antes de señalarle dónde estaba el astronauta, los cuatro turistas mexicanos de enormes barrigas que miraban el mapa decidiendo cuál sería el siguiente camino a tomar, el hombre de las muletas que llevaba un rato sentado en el césped... Gente muy difer

  Acabo de terminar la serie "Supernatural". Quince temporadas, (¡Toma ya!) viendo a los hermanos Sam y Dean Winchester luchando contra todo tipo de seres fantásticos provenientes de cualquier mitología, incluyendo demonios, ángeles, Lucifer y hasta el mismísimo dios. No negaré que Jensen Ackles me atrae desde el primer capítulo, con esa pinta de chico malo, que es más fiel que nada... Pero no es del personaje de Dean del que quiero hablar, sino de Chuck. Y aviso, hay spoilers. Chuck Shurley es un escritor de poco éxito. Escribe las aventuras de dos hermanos, Sam y Dean Winchester, que luchan contra seres sobrenaturales. ¿Me estoy repitiendo? No, es que escribe metaficción.  Volvemos a tener la figura del escritor como el dios que dirige las vidas de sus personajes. Pero Chuck no decide qué les pasará a sus protagonistas, simplemente escribe lo que ve dentro de su cabeza, porque es algo así como un profeta. Hasta que un día los personajes de sus historias llaman a su puerta.

  Hoy empieza el año nuevo chino. Vuelve a cambiar el ciclo y se va por fin la rata de metal. La rata, que en la Edad Media fue el medio de propagación de la peste, nos ha dejado otra pandemia. Leyendo lo que puse hace un año me sorprendo de lo acertadas que estaban las palabras que elegí: "El 2020 será un año de cambios radicales. El año de la supervivencia". Hoy llega el segundo de los ganadores de la carrera que organizó el Emperador de Jade. El buey simboliza el trabajo conseguido con esfuerzo y constancia. Y el oro abundancia.  Es un buen presagio. El horóscopo chino nos dice que no será fácil, habrá que luchar para salir de esta y levantar todo lo que se ha destruido por el camino. Las cosas no volverán a ser lo que eran pero, al menos, se ve luz al final. A finales del 2021 quizá podamos empezar a reconstruir un mundo en el que pueda haber abrazos.

  "La Azon", de Mohammed Fouad, nunca me gustó. La coreografía de Jillina tampoco. Y aquí estoy, repitiéndola ocho años después de bailarla por primera vez.  Pero el tiempo suaviza mucho las cosas. Ahora, los movimientos me parecen divertidos y le tengo mucho cariño a la canción. Ya con los primeros acordes, mi mente viaja a un teatro de telón negro, hasta seis mujeres que se tocan el hombro y bailan en fila, brillando con sus coloridos trajes de mariposa (el único que teníamos todas igual) Recuerdo la sensación de participar en un espectáculo ajeno, de compartir escenario con algunas de las grandes, de poder actuar con las bailarinas increíbles que formaban parte de ADOS. Recuperar esta coreografía me hace sentir agradecida por haber podido aprender tantísimo de esas mujerazas, por seguir contando con ellas en los proyectos que han venido después y por no considerarlas compañeras, sino amigas.  Y pensando en los nuevos proyecto... Gracias a todos los magníficos colaboradores