HIPATIA
Conocí a Bea hará unos veinte años, por carnavales. Acababa de empezar a salir con un amigo mío y nos fuimos todos de fiesta una noche. Al día siguiente, mi amigo trajo a otra chica y yo le dije que debería estar con la del día anterior, porque me había parecido de las que valen la pena, alguien especial. La chica de ese día era ella disfrazada. Desde entonces somos amigas. Y ellos pareja.
Con ella tengo un extraño vínculo, porque siento que nos parecemos mucho y a la vez no nos parecemos en nada. Por puro instinto se tatuó un lobo mientras yo empezaba a llevar un zorro en la piel. Juntas hemos vivido fiesta y drama. Le he olido los pies una noche en León con una de sus gatas en el regazo y ha desayunado en mi cocina frente a una cámara en uno de los peores momentos de mi vida.
Fue ella quien me presentó en sus carnes a Hipatia de Alejandría, una de las primeras mujeres filósofas, matemáticas y astrónomas de la historia. Recuerdo sentirme una niña mirando al cielo una noche de verano y escuchar maravillada las historias de las estrellas.
Aprendizaje grabado en engramas del hipocampo gracias a ella, a su túnica y a su puntero láser y a que le gusta explorar el universo y sus mitologías. No es de extrañar que se convirtiera en una pléyade para ser madre de un pequeño mensajero de los dioses.
Es verdad que vivir en ciudades distintas no ayuda, pero ahí seguimos, manteniendo el frágil hilo que nos une en la distancia. Y una de las cosas que siempre nos ha unido es el dibujo. Cada vez que nos veíamos me traía hadas o yo le llevaba jokers. Últimamente está probando lápices y acuarelas y los estados de su whatsapp me parecen recuerdos extraídos de la mente de Titania, pedazos de su alma de ninfa.
Cuando un día vi a un fénix ardiendo incandescente dentro de un bulbo de cristal para formar una bombilla mágica, pensé en las bestias antiguas. Es uno de los cuentos que no se incluyeron en el recopilatorio Revelaciones (aún no publicado) y, como estábamos disfrutando de un poco más de tiempo, le propuse hacer dibujos para mis textos. El que visteis la semana pasada ha sido el primero.
Ahora continúa la magia. Cómo terminará todo, solo puede decirlo el tiempo pero... solo ver cómo mis palabras cobran vida con sus colores hace que valga la pena.
¡Qué proyecto tan chulo! Si no fuera por lo desengañada que estoy con el mundillo editorial, os diría que deberíais enviarlo a algún sitio y hacer un libro juntas. Tiene pinta de ser de esas cosas que valdrían la pena.
ResponderEliminarEn muchas cosas sí que sonáis parecidas por lo que cuentas, un poco como si ya os conocierais de una vida anterior (he visto demasiados capítulos de Avatar últimamente). Me intriga esa historia de la cámara (¿qué hace alguien desayunando frente a una cámara?), pero en todo caso se la ve alguien muy interesante y el dibujo de la entrada anterior es muy chulo.
Gracias! Si conseguimos tener unos cuantos relatos con dibujos, quién sabe, quizá lo enviemos a editoriales a ver qué pasa. Porque sí, los dibujos son preciosos. Y ya sabes que a veces os grabo para montar vídeos, aunque muchos aún no han visto la luz...
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