HISTORIAS DE LA CRIPTA

Halloween en serie: 7 seriéfilos analizan sus ficciones de terror ...

Está empezando el verano y, para mí, esta época está ligada al cine de terror.  

No solo la saga de Sé lo que hicisteis se encarga de ello. Pensadlo bien, tiburones, pirañas, pulpos gigantes, anacondas y todos los bichos que emergen de las profundidades para devorarte mientras nadas tranquilamente; hoteles, islas, carreteras, pueblos... malditos que te encuentras si eliges mal el lugar al que viajar; psicópatas que no dejan de asesinar por llevar pantaloncitos cortos para jugar al golf, o coincidir por casualidad en el mismo campamento donde trabaja la madre de Jason.

Una parte inevitable de las vacaciones estivales era alquilar películas de miedo y verlas todos juntos. Y asustarnos unos a otros (o todos a Mon) Pero hay algo que une mis veranos al terror mucho antes de todo eso. 

Cada año por esas fechas venía a la urbanización la prima de uno de mis vecinos. No jugaba con nosotros, porque tenía cinco o seis años más y pertenecía al grupo de "los mayores". Pero los días en los que llovía con gotas grandes, mientras contábamos los segundos antes del trueno para saber a qué distancia estaba la tormenta, ella aparecía para llevarnos a un lugar oscuro y contarnos historias de miedo.

Nuestros padres la odiaban, porque aquellas noches siempre había pesadillas, comunes a todos los niños, como si Freddy estuviese rondando el lugar. Aún a día de hoy, a muchos nos da repelús sacar un pie fuera de las sábanas en mitad de la oscuridad. Y es que hay que decir que ella era buena narradora y que "los mayores", en general, eran bastante creativos a la hora de asustarnos (Llegaron a meter tierra roja en la piscina para contarnos que estaba construida sobre un cementerio y que el suelo se estaba abriendo y se filtraba la sangre de los muertos, solo para esconderse y agarrarnos por los tobillos bajo el agua y no dejarnos salir cuando íbamos a mirar)

De aquella época recuerdo las historias clásicas y también algunas otras, que años más tarde me encontré en una serie de televisión. Resulta que muchos de aquellos relatos venían de unos cómics llamados Historias de la Cripta, que después se adaptaron para televisión, en los que el Guardián presentaba cuentos terroríficos. Aquel año madrugué cada día para desayunar viendo en la pantalla a aquel esqueleto antes de ir al instituto.

Ahora me doy cuenta de que esas historias, que viven en mí desde pequeña, se reactivaron con aquella serie y ya nunca me han abandonado. Cuando lo que se lleva es el terror a lo posible, a lo que te puede hacer la gente normal cuando se le cruzan los cables o tensas demasiado la cuerda, yo escribo historias de miedo retro, de esas en las que lo que te asusta es sobrenatural, pero inocente, de esas que me contaron de pequeña y que no dan miedo del todo. 

Me apetece volver a ver esa serie este verano para disfrutar como entonces. Me gusta ese terror. Quizá porque no creo que existan los fantasmas, quizá porque así es más fácil separar el horror de la realidad, o quizá porque en el fondo sigo siendo una niña que escucha con curiosidad bajo una tormenta de verano.

Comentarios

  1. ¿Por qué a los adolescentes de pueblo (una urbanización no es muy distinta de un pueblo, al final) les gusta tanto torturar a los niños? Una amiga gallega me contó que los chicos mayores de su pueblo se dedicaban a asustarlos de pequeños con historias de la Santa Compaña y esas cosas. De todas formas, sí es verdad que el verano y el terror están más ligados de lo que parece... y eso que a mí me da mucho más miedo el invierno.
    La presidenta de la CYLCON, que entiende mucho de terror, dice que este género no tiene por qué dar miedo. Es más: según ella, pedir a un libro de terror que te dé miedo es como pedirle a uno erótico que te provoque un orgasmo, pues el miedo en realidad es una reacción fisiológica ante una amenaza. Así que el terror retro es perfectamente válido. A mí no me parece que hoy en día se lleve más el terror realista, sino que parece que las editoriales quieren poner de moda una especie de "terror amable" sin muerte, destrucción y cumbia. Nunca lo entenderé.

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    1. No sé, yo hablaba sobre todo de cine y series, pero ahí sí que la tónica actual tiene muerte, destrucción y hasta cumbia jaja. Nada, nada amable. Y... hay mucho terror que no da miedo, pero otro sí. Solo hay que acordarse de Joey Triviani metiendo El Resplandor en el congelador...

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