EL BARÓN SAMEDÍ

 


Al llegar a una de las callejas que rodeaba su edificio, le pareció que la noche se hacía más oscura, como si aquella zona estuviese cubierta de sombras. Dio un par de pasos más hasta que cayó en la cuenta de que el ruido de la fiesta había dejado de escucharse. Entonces su caminar se volvió más lento, dubitativo. Se preguntó si no sería mejor dar la vuelta e ir por otra calle, pero le avergonzaba sentir miedo por algo que parecía más una paranoia que una amenaza. De repente, su cabeza pareció meterse en una cortina de denso humo y distinguió murmullos al otro lado. Avanzó despacio, hasta que la niebla se disipó ante sus ojos, y pudo ver un espacio iluminado en medio de aquella oscuridad, en el que un hombre con traje y sombrero de copa estaba negociando con alguien. Desde donde estaba no podía verle bien, pero no quería avanzar más, por miedo a ser descubierta.  

Rita se fijó en aquel tipo. Era extremadamente delgado y su traje oscuro y brillante se ajustaba tanto a su cuerpo que le daba un aspecto irreal, inhumano. Movía incesantemente sus huesudas manos, en las que sostenía una botella y un cigarro del que parecía provenir aquella densa niebla que se arremolinaba a su alrededor. Hablaba sin parar, pero las palabras se deshacían formando siseos. Aguzó el oído y le pareció entender algunas: tara… sangre… muerte…, pero no estaba segura. Solo podía escuchar con claridad las estridentes carcajadas que soltaba entre trago y trago de ron. La bruja intentó inclinarse hacia un lado, para verle la cara, pero no era suficiente. Dio un pequeño paso a la izquierda, y luego otro y con el tercero tropezó con algo que produjo un sonido atronador dentro de aquel silencio. El hombre se giró de golpe hacia el lugar del que provenía el ruido, mostrando una enorme sonrisa. 

Rita salió corriendo, rezando porque no la hubiera visto, pero en el fondo de su ser sabía que la había sonreído a ella. Llegó al bar exhausta por la carrera. Se sentó en la barra y pidió un vodka, que bebió de golpe. Con el segundo se tomó más tiempo. Estaba tan asustada que quiso culpar de sus visiones al miedo. La sonrisa de aquel individuo… Habría jurado que no había carne sobre los huesos de la cara, y que estos se habían deformado para sonreírle… Pero puede que solo fuera alguien maquillado para Halloween, muy bien maquillado… 


(Pasaje de Bell, Book and Candle)

Comentarios

  1. Muy lograda la atmósfera siniestra y de incertidumbre en este relato. Encontrarte con un tipo así, y más en medio de la noche, puede matar a cualquiera de un susto.

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  2. Ya sabes que me encantan estos personajes...

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