FINAL FELIZ
Me encantan las historias con finales amargos.
Me parecen más realistas.
Si todas las historias recogidas en los libros y en las películas terminaran siempre bien, me pasaría el día preguntándome en qué me he equivocado para no tener mi final feliz.
O quizá es que no me gustan los finales felices. Prefiero que la felicidad esté en la historia y el final, que venga como se le antoje.
Yo odio los finales amargos tanto en la realidad como en la ficción, prefiero mil veces los alegres y esperanzadores. TOdo el mundo necesita creer que hay una luz al final del túnel, que por muchas malas rachas que vengan, siempre irás a desembocar en algo mejor. Si pienso en que, haga lo que haga, todo va a terminar mal, se me quitan las ganas de seguir respirando. Por eso, creo que los finales ideales (y también los más reales) son los agridulces: o bien consigues lo que quieres, pero pierdes algo por el camino, o bien consigues algo que no es lo que querías, pero sí es algo que necesitabas y no lo sabías.
ResponderEliminarjijiji. Es que fue tu respuesta de la semana pasada la que me inspiró esta entrada
EliminarLo sabía. Lo fakin sabía.
Eliminar