LA PEQUEÑA CAPERUCITA

 

Caperucita aún es pequeña para saber lo que quiere, así que, cuando su madre le manda ir a casa de su abuelita, ella se enfunda la capucha roja, coge la cesta con comida que está preparada en la mesa de la cocina y sale al bosque.

Todos creen que ya tiene edad suficiente para cumplir el encargo, que es suficientemente mayor para elegir el camino adecuado, suficientemente adulta para saber qué hacer si se encuentra con un lobo.

Ella no había tenido que pensarlo hasta hoy. Pero esa tarde, tras un recodo, se encontró al animal en el medio de una bifurcación.

Los dos han permanecido unos minutos mirándose en silencio, los ojos color ámbar clavándose en los de la niña, el olor a carne fresca inundando el hocico de la bestia. Luego el lobo ha dado media vuelta y ha comenzado a alejarse despacio por uno de los caminos.

Caperucita observaba los pasos lentos del lobo, planteándose por cuál de los dos caminos llegaría antes a casa de su abuela. 

Al final escogió el de la derecha y comenzó a avanzar por él, pensando si su elección habría sido la correcta ¿Todos los demás habrían escogido la misma senda? Es difícil saberlo cuando no sabes lo que quieres.


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