HORNS


¿Cómo nos afecta lo que los demás piensan de nosotros?

Iggy Perrish está acusado de asesinar violentamente a su novia y, aunque se declara inocente, todos los habitantes del pueblo en el que vive tienen otra opinión. Allí cada uno piensa en lo horrible que es lo que ha hecho, en si su novia habría hecho algo para merecerlo, en cómo hacer que se libre de la cárcel o que se pudra en ella para siempre... Pero, independientemente de las razones, todos creen que es culpable.

Iggy sigue intentando demostrar lo contrario, pero cada vez le es más difícil mantenerse cuerdo en un lugar donde todos le miran, cuchichean y le señalan con el dedo al pasar. Sobre todo cuando se despierta después de una borrachera y descubre que le han salido cuernos. De pronto, parece que se está convirtiendo en el demonio que todos creen que es.

Con los cuernos, adquiere también el poder de hacer que la gente con la que habla le diga lo que de verdad piensa y quiere. Así se entera por fin de lo que verdaderamente piensan sus padres sobre el tema o lo que a la policía le gustaría hacer con él.

Pero, sin el filtro de las buenas formas sociales... ¿habría alguien que no pudiera ser demonizado? Porque ¿quién no ha tenido pensamientos poco éticos alguna vez, como abandonar a una hija que no deja de gritar o pegarle un tortazo a la cliente insufrible a la que aguantas a diario?

Entonces, quizá la diferencia no está en lo que los demás piensan de ti, sino en lo que tú mismo crees que eres.

Horns me parece una interesante reflexión sobre la maldad humana, sobre el amor, la ira, la culpabilidad, la venganza, la justicia, la salvación... Es cierto que el final explota de una forma exagerada (muy al estilo del padre del escritor) pero, aun con eso, me parece una película que merece la pena ver.

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