LA SONRISA ETRUSCA

 

Había escuchado el título de este libro tantas veces, sin adentrarme más allá, que esperaba de él algo totalmente distinto. Pero ha sido para bien.

La historia comienza con un anciano en un museo milanés, que se queda observando la estatua tallada sobre una tumba etrusca. Allí dos amantes reposan sentados y sonriéndose, abrazados. 

—"Parece que los etruscos sabían disfrutar de la vida, si la recuerdan así cerca de su muerte"—piensa.

Seguimos al anciano desde que sale de allí para ir a casa de uno de sus hijos mientras los médicos le hacen pruebas para ver si se puede aplacar a la rusca, un cáncer terminal que es lo único que ha podido alejarle de su pueblo para acabar en una ciudad en la que la gente no sabe vivir plenamente. Y sin embargo...

Día a día, el viejo se va dando cuenta de que la vida aparece allí donde estés. Dejas unas cosas y vienen otras, así siempre. Al principio no quiere ceder, solo quiere volver a su casa y que el destino le de el gusto de sobrevivir a su enemigo en la guerra, que también está enfermo. Pero pronto los recuerdos del pasado se empiezan a entrelazar con los nuevos: ver crecer a su nieto y enseñarle a ser un hombre, entender un poco al hijo que se fue a Milán, darse cuenta de que no solo importa haber sido un  partisano, que la verdad de uno no es la única verdad, quizá reencontrar el amor...

Lo que más me ha sorprendido de esta novela es la forma en la que está escrita. La historia transcurre por las páginas tranquila, sosegada, como el final de la vida, donde ya no hay prisa por lo superfluo y solo quedan esas pequeñas cosas tan importantes como tomar vino y queso riendo por otros tiempos, disfrutar con los amigos, cuidar de un nieto... cualquier cosa que haga que los ojos no pierdan el brillo de la ilusión.

Tierno y tranquilo, un libro que deja una sensación de cosas bien hechas, de paz, de sabiduría de viejo. Hay que disfrutar del presente sin renegar del pasado, sin miedo al futuro, sin dejar de ser quienes somos. Que al final podamos sonreír al recordar todo lo que hemos sido, todo lo que hemos hecho. Al fin y al cabo, vivir es lo único importante en la vida.