RICHARD MADOC

 
En mi sección de escritores de ficción hoy voy a hablar de un tipo normal.

Richard Madoc escribió "El cabaret del Dr. Caligari", una novela que se vendió bien y después... Después entró en el bloqueo del escritor. De pronto se encuentra con unos plazos sin cumplir y un adelanto que no puede devolverle a la editorial. Solo ante una hoja en blanco. Poco a poco la desesperación empieza a hacer mella en él.

Prueba todos los métodos de los que le hablan con tal de que vuelva la inspiración, hasta los más inverosímiles. Llega al punto de conseguir un tricobezoar para intercambiarlo por el secreto del éxito de Erasmus Fry, uno de los grandes escritores de la época y autor de "Se acerca una vela". Y lo consigue.

No sabe muy bien si se trata de una broma, pero el caso es que a cambio de la bola de pelo, Fry le ha dado a una mujer y le ha dicho que es la fuente de su inspiración. Cuando ha intentado replicar, el viejo le ha advertido:

—No la trates como a una humana. Aunque lo parezca, no lo es. Y te diré algo más, dicen que hay que cortejarla para que te dé su don, pero a mí me ha ido mejor utilizar la fuerza.

Madoc pasa todo el camino a casa sin mirar a la mujer, dando vueltas a la locura en la que se ha visto envuelto, planteándose qué va a hacer ahora, preguntándose si está dispuesto a retener a alguien con tal de volver a escribir, convenciéndose de que la joven que va a su lado no es una persona, es Calíope, la musa griega, solo un concepto...

—Sabes que esto está mal, Richard Madoc —le dice ella antes de que la encierre—. Libérame y te daré inspiración para tu próxima historia.

¿Se lo piensa por un momento o puede más su ansia de escribir? ¿Puede fiarse de ella? Los escritores mienten, ¿por qué no iba a hacerlo la inspiración? Una idea horrible pase por su mente, una que no imaginaba que podía tener: ¿y después de esa historia?, ¿qué pasaría si no se le ocurriese nada más después y la musa ya no estuviera en su poder?

La llave gira en la puerta de la nueva cárcel de Calíope y el escritor intenta disfrazar su culpa en necesidad escaleras abajo. Pero delante de él, la hoja sigue en blanco. Un día y otro día. No sirven las promesas, ella también ha aprendido que los escritores mienten. Tampoco funcionan las comodidades ni los regalos. Ni siquiera las amenazas. Y entonces, ¿qué? 

¿Qué hará Richard Madoc para conseguir lo que quiere? ¿Hasta qué punto es capaz de llegar un escritor por una historia? ¿Lo habéis pensado? Los seres humanos hacemos cosas muy jodidas a veces por muy poco. Por pura desesperación. Por egoísmo. 

¿Y vosotros? ¿Hasta dónde seríais capaces de llegar? ¿Cuál es vuestro límite? Pensadlo bien, por un momento, pero no os olvidéis de que dicen que lo peor que te puede pasar cuando deseas algo, es conseguirlo. Imaginad por un momento que vuestra cabeza albergara a la vez todas las historias del mundo. Eso podría volver loco a cualquiera, aunque empezara siendo un tipo normal...

Así que ya sabéis, chicas y chicos, hay que ser buenos y no secuestrar ni a musas ni a personas, que de ahí no va a salir nada bueno. Si ya lo decía el maestro budista Shantideva: «Toda la dicha que hay en este mundo, toda, proviene de desear que los demás sean felices; y todo el sufrimiento que hay en este mundo, todo, proviene de desear ser feliz yo».

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