RAROLARIUM

La casualidad es así. Me encontré caminando un día por las calles de Burgos, admirando su preciosa catedral desde todos los ángulos posibles. Recorrí sus recovecos una y otra vez. Y encontré una tienda cerrada en la que quería entrar. Tendría que esperar un par de horas. Subí al castillo que vigila la ciudad y bajé de nuevo. Pero aquella tienda no había abierto a su hora. ¿Sería que aquel día descansaban sus dueños? Decidí esperar un poco más y darle una última oportunidad. Callejeé un poco más y pregunté por el Cid, que se escapaba de mí montado en su caballo, y una burgalesa amable me mostró el camino. Lo encontraría paseando más allá de los árboles del Espolón, pero eso me alejaba del laberinto de esa zona de la cuidad por la que me estaba moviendo. Así que decidí probar suerte por última vez con aquella tienda. Empecé a recorrer las mismas calles por las que ya había pasado varias veces, pero esta vez mis ojos se fijaron en algo nuevo. PASEN Y VEAN ...