FELIZ DÍA DEL PADRE


En la entrada anterior hablaba de mitología, de los dioses primigenios que crearon el mundo y sirven para explicar su funcionamiento, de aquellos seres todopoderosos a los que alzas tus plegarias en la noche. Pero hay algo que no dije: mi familia está formada por dioses.

Empecé este blog diciendo que pertenezco a una saga de contadores de historias, así que podéis imaginar que mi infancia transcurrió rodeada de cuentos. Recuerdo estar sentada en las rodillas de mi abuelo mientras él me leía Amanecer, recuerdo a una de mis abuelas cantando coplas en la cocina y a otra recitando poesías (porque dice que nunca se le dio bien cantar), recuerdo a mi madre inventando personajes que velaran mis sueños y a mi padre enseñándome el placer de leer. Él intentó obligarme a leer los clásicos (todavía hoy lo hace) igual que me da información sobre el mundo cuando yo hago como Mafalda y me bajo de él.

Uno de los recuerdos más vívidos que tengo de niña es estar sentada con la familia alrededor de una caja llena de fotos. El tiempo se deslizaba lentamente mientras las imágenes en blanco y negro iban de una mano a otra de los allí presentes. Muchas veces no sabía de quién me hablaban, porque los que aparecían retratados eran amigos de los más mayores o familiares que emigraron lejos y yo nunca llegué a conocer, pero las fotos de los que sí conocía me emocionaban profundamente. 

Ver a mis bisabuelos de jóvenes, con la casa recién construida, a mis primos de niños... Ponerle cara a los que ya no estaban cuando yo llegué e hilar poco a poco sus historias con las que formaban parte de mi vida... Entender mis raíces y sentirme orgullosa. Comprender una época pasada. Mantener vivos los recuerdos.

Esas historias que me contaban en cada foto forman la mitología de mi familia, de esos magníficos seres que forman mi mundo y que están ahí cada vez que la vida lo pone difícil y cada vez que lo pone fácil y hay que celebrarlo. Intento retener todo lo que me contaron, y por eso les hago transcribir los cuentos de antaño, cantar para mi cámara y seguir construyendo álbumes de fotos con pie de página, para no olvidar quién soy, quienes somos.

Mi padre ha escrito tres libros (de momento solo dos están publicados) En mi favorito, El Efecto California, hila historias propias e inventadas en las vidas de los protagonistas, cuatro adolescentes de los años setenta en su último verano antes de empezar la carrera de Medicina. ¿Y qué les pasa? La vida, como a todos. 

Este es un libro que habla de las cosas que suceden. Y de las que pueden suceder. Sobre todo habla del destino, y de las casualidades. Porque, aunque tú estés seguro de que en cuanto termine el verano comenzarás a estudiar para ser médico, puede llegar el destino y encerrar a un país entero en sus casas. Y es que nunca se sabe. Como yo le digo muchas veces, la vida nos reparte las cartas que tenemos en la mano, nosotros solo podemos jugarlas de la mejor forma que podamos. Aunque a veces sea de farol.

De momento, tal día como hoy, os recomiendo a todos que leáis a mi señor padre con "El efecto California" y, si os gusta, podéis seguir con "Tiempo inestable". Y a él le deseo un felicísimo día del padre desde la distancia. ¡Te quiero, mejor padre del mundo!

Comentarios

  1. ¡Feliz día a tu papi!
    La verdad es que El efecto California suena interesante. Quizás te pregunte cómo conseguirlo o te lo pida prestado cuando termine con los pocos libros que me quedan... si algún día podemos volver a salir de casa, claro.
    Me parece muy bonito ese rollo que tenéis en tu familia de contaros historias y recordar el pasado. Yo he vivido siempre lejos de la mía: cuando era menor, mi familia más cercana vivía a kilómetros de la extendida; y ahora, desde que me fui de casa de mis padres, tanto los cercanos como los no tan cercanos viven en otras ciudades. Así que no me puedo imaginar algo así.

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    1. Lo primero, claro, cuando quieras te lo dejo o te digo donde conseguirlo. También puedes encontrarlo en la Casa de las conchas. Sobre mi familia, es cierto, somos pocos, pero me encanta. Hay dentro de mí una sudamericana de esas que organiza comidas obligadas para reunir a la familia cada semana. O al menos me gustaría que la hubiera. Y para terminar, como dice Ana: la familia no solosolo es cuestión de sangre. Así que, aunque tus papis estén lejos, aquí tienes a tu «familia elegida» para lo que necesites.

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